
Entre tus brazos, todo
candidez, fuego y vida,
donde mueren los sauces
sus llantos de verano
si el encuentro furtivo
es campestre y salvaje.
También es tea ardiente,
es sosiego y es calma,
mañanas despuntando
al filo del invierno
y siestas calcinantes
de abandono a tus manos.
Entre tus brazos, todo
el viento en las montañas,
el crepúsculo herido
y el sueño entrelazado,
tañido de campanas
en la aldea lejana,
cuando te pienso lejos
y el corazón te llama.
Dormiremos un día
al iniciar la aurora
y un crujir de chicharras
perfile nuestra tarde,
un perfume a jazmines
trepará por la alcoba,
para detenerse justo
a la par de tu sombra.
Ascendera la noche
en la ciudad entera,
cuando yo, a tu abrigo,
me bañe en primaveras,
una cancion temprana
vendrá desde muy lejos,
anunciando una noche
de vida y poesía.
Te miraré sumando
los años de recuerdos,
para reunirlo todo
en un intenso beso.
Explotarán colmenas
en nuestros tibios cuerpos
y un eterno verso
surcara nuestro cielo.
Entre tus brazos, todo...
el mar, las caracolas,
oceanos de nubes
y piélagos sin nombre.
Pensarte por las calles,
desandar mis tristezas,
encontrarle sentido
a otro tiempo, sin prisas
y cargar con sonrisas
asumido mi otoño.
Silenciosa me qudo,
alborando la vida,
nutriendo mis coloquios
en mi bella provincia.
he de escucharte siempre
y te dire al oido,
que doy gracias al cielo
de haberte conocido.
María Evelia Pérez Nicotra
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